jueves, 30 de mayo de 2013

Te amo

Te amo con toda mi alma, con toda mi vida, con todo mi ser. Con todo mi cuerpo, con todas mis ganas, con todas mis ansias, con todo lo que te extraño, y te deseo, con todas mis risas y todas mis lágrimas.
Se terminó. Lo terminé. Y me guardé todos y cada uno de los Te Amo que tenía para él y obviamente, no dije. Y se esfumaron todas mis ilusiones de escucharlo decir cuánto me ama, me necesita, o me quiere, aunque más no sea. Jamás lo dijo ni lo dirá, lo sé, estoy segura.
El vacío que sentía después de cada encuentro ya no se llenaba con la ilusión de volver a verlo. Los dos, tres meses que separaban nuestras citas marcaban simplemente el comienzo del fin.
Te extraño tanto, tanto, tanto. Hoy se muy bien que hubiera dejado todo por una historia juntos, mi Juan, mi amante perfecto.
No se cómo manejar esta abstinencia de tu cuerpo en mi vida, tal vez el remedio resultó peor que la enfermedad.
Pero la lenta agonía de esta relación, por asi llamarla, que habíamos forjado, me estaba destruyendo. Darme cuenta que simplemente era la puta a la que visitabas cada vez con menos frecuencia, ya no me divertía. Las cosas siguieron su curso, supongo. Asi debe ser cómo se van enfriando estas cuestiones de amantes seguramente... Esperaba más, no lo obtuve, no lo reprocho tampoco, pero Dios Mio, cuánto te extraño... Hoy releo las conversaciones de nuestros comienzos y no puedo evitar que la nostalgia me invada y lágrimas corran por mis mejillas. Efectivamente lo nuestro también tenía fecha de vencimiento.
Nunca pude entender por que no pudimos vernos más seguido, por que nuestras necesidades no eran las mismas. Si cada encuentro era único y la pasión jamás disminuyó, por que no morías por tenerme en la cama     todo el tiempo. Por que, si cada vez era mejor que la anterior, según tus propias palabras, podías vivir tantas semanas sin verme. Me enamoré Juan, de lo bien que me cogés, de lo maravillosamente bien que me hacés sentir en la cama, y yo si que no puedo vivir sin eso.  La incertidumbre de no saber cuándo iba a volver a ver te luego de cada encuentro me estaba enloqueciendo, se tornó inmanejable para mi.
Había que darle un corte, y siempre supe que sería yo quién finalmente tomaría la decisión. Juan jamás lo haría, pero sin embargo, tampoco haría mucho para hacerme cambiar de opinión, eso lo tenía bien en claro.
Cortar por lo sano, retomar mi vida, mi historia familiar, escuchar mis necesidades, aquello que dejé pendiente, olvidado, que relegué por el simple hecho de no dejar de vivir ni un solo momento con Juan.
Ser madre nuevamente, una necesidad que creí ya había desaparecido en mi para siempre. Una inexplicable sensación que me está rescatando de este abismo. Una decisión tomada que convirtió el encuentro del 9 de mayo en el último de nuestras vidas, o quizás en el último en mucho, mucho tiempo... aún a pesar de que Juan insista y sostenga que, una vez confirmado mi embarazo, deberíamos seguir viéndonos, ya que para él nada va a cambiar. Y la idea de imaginarme embarazada "lo calienta bastante". Juan... siempre Juan... nunca deja de sorprenderme.
No Juan, definitivamente no.... ya no quiero más esto... sos lo mejor que me pasó en la vida. Nadie, nunca nadie me cogió como vos, sos perfectamente mi otra mitad, sexualmente hablando. Pero resulta que además de la buena revolcada me sigue gustando que me abracen cuando todo pasa, y que se interesen por lo que siento, un poco, no mucho, algo, al menos... y vos, mi amor, eso no me lo diste nunca, y yo jamás te lo reclamaría. Asi son las cosas, ahora lo entiendo...

sábado, 26 de enero de 2013

Primer encuentro 2013

Siempre que Juan sugiere la idea de filmarnos mi negativa es inmediata. No por pacata, sino porque con todo este tema de hackers y robos informáticos me aterra que mi performance sexual quede expuesta en Taringa o algún sitio por el estilo y que a partir de ahi la hecatombe se haga presente en mi apacible vida.
Ayer, y luego de nuestro primer y espectacular encuentro de este 2013, pensaba en lo lindo que hubiese sido haberlo filmado para poder recurrir a él cada vez que mi necesidad de estar con Juan me resulte imperiosa.
Es por eso que decidí plasmarlo en este entrada, es decir, escribir, como quién desgraba una entrevista, cada una de las cosas que nos dijimos ayer y tratar de describir todo aquello que nos hicimos y durante un par de horas nos mantuvo en el paraíso. 
El post que leerán a continuación es simplemente eso, un encuentro de dos amantes con irrefrenables ganas de verse , un intento de mantener encendidas cada una de las imágenes que constantemente se escabullen por mi mente y evocan el apasionado momento vivido. Aqui no hay poesía, ni tiernos detalles secundarios. Sólo lo que fuimos Juan y yo, en la mañana del pasado 25 de enero.

Subo al auto, está molesto porque me esperó veinte minutos. No lo hice a propósito, cómo hacerlo si esperaba volver a verlo hace tiempo. Para qué retardar ese momento?
Intento explicarle, darle alguna excusa que, sabe muy bien, no será cierta, está acostumbrado a mi maldita e involuntaria impuntualidad.
Y mientras trato de hacerle entender que el tránsito era infernal , su mirada cambia por completo, me acaricia las piernas, y empieza el juego.
-Quiero verte jugar mientras manejo.
- Que querés?
- Que saques un juguetito de los que te regalé y juegues para mi?
- Aca? Estamos en la calle, nos van a ver todos.
-Nadie puede hacerlo. Los vidrios están polarizados.
- Cual querés?
- Con uno vas a jugar vos sola y yo te voy a mirar. Con el otro jugamos los dos.
- Bueno, juguemos los dos.
Y a partir de ese instante dejo de ser yo, o, quizás empiezo a ser más yo que nunca. Juego con ese “chiche” que me regaló, como tantas veces lo hice sola, sólo que ahora lo tengo al lado, mirándome, viendo como me derrito de placer, y me aferro a su mano fuerte, no lo suelto, necesito con desesperación que me penetre, se lo digo, le pregunto cuánto falta para llegar porque no puedo estar un segundo más asi, lo quiero adentro mio.
- Ya estás bien mojadita?
-  Comprobalo vos mismo
Baja su mano a mi entrepierna empapada y sus dedos hacen de las suyas, se entremezclan con los mios, llevo uno a su boca, lo besa, lo saborea.
Que maravilloso preámbulo estamos creándole al mediodía que nos aguarda en esa habitación.
Y llegamos.
Cinco segundos por reloj es lo que tardamos en quedar desnudos. Aunque creo que antes de eso, ya me había desnudado con su mirada.
Me abraza, me pone de espaldas a él, frota su sexo en mi cola, me dice cuánto le gusta, me besa el cuello, levanta mi pelo, lo deja caer.  Sus dedos juegan dentro de mi, constatando si estoy tan mojada cómo a él le gusta. Sentir su erección detrás mío me enloquece, no puedo resistir el hecho de que aún no me haya penetrado.
Ya en la cama, me abro de piernas para él, estoy empapada, y eso lo vuelve loco.
- Dejame ver esa hermosura- dice, y  con su lengua me penetra, me saborea, me besa, me mordisquea con ternura, sus manos ayudan, van y vienen. Yo simplemente muero, tengo un orgasmo espectacular y me aferro a su espalda, a su nuca que aún sigue ahí abajo.
Y entra, por fin, ya está dentro mio, una vez más el peso de su cuerpo se acomoda perfectamente en mi, y  le acaricio la espalda, la cola, juego con ella, le gusta que lo haga.
- que linda concha tenés, cómo me gusta. Que hermosa concha, por favor. Me encanta tu conchita bien mojada, me encanta.
-  Quiero  mi pija en tu boca
-  Dámela ya, ahora, la quiero toda en mi boca
-  La querés?
- Toda, no esperes mas
- Te quiero acabar en la boca y después volver a cogerte
- Hacelo
Invertimos posiciones y ahora si, soy dueña de la situación, con toda su pija en mi boca, lo tengo cómo quiero, mas lento, mas suave, la puntita, toda, mi lengua pasa por todos lados, testículos, ano, sus jadeos se hacen constantes, incrementan, se aceleran.
-Traeme tu conchita aca que quiero ver cómo se moja
Otra vez sus dedos jugando, entrando y saliendo, y yo ahí, con su pija a punto de explotar.
- Te quiero adentro mio otra vez, le digo
Y voy arriba, y juego, froto su pija, despacito, de a poquito,
-como te gusta jugar, putita.
- me gusta mucho jugar con vos, con tu pija.
- jugá, jugá putita, que me encanta. Cógeme como vos sabés y como a mi me gusta.
Y me lo cojo, cómo a él le gusta y cómo a mi me desespera hacerlo.
 De pronto se acuerda que tengo tetas, las lleva a su boca, juega con mis pezones, los saborea, los muerde, las toma suavemente. 
Yo sigo arriba suyo, su pija dura se acomoda a mis vaivenes, me incorporo, sin dejar de moverme, de cabalgarlo como una yegua en celo.
- vení, no te vayas, no despegues tus tetas de mi pecho, dejame sentirte asi.
Nos miramos, esos instantes en que fija sus pupilas a las mías me hacen temblar. 
- Dejame verte. Me gusta ver tu cara de puta cuando cogés.
Me corre el pelo, me acaricia la espalda, la cola, sus manos se aferran a ella, cambia mis movimientos, los dirige él ahora, parece que le gusta asi, a mi también.
- abrí bien esa conchita hermosa que tenés, abrila para mi. Que bien cogés putita, te gusta ser puta.
- Me gusta ser tu puta
- si putita, sos mi puta. Te llenarías de plata si cobraras. Sos hermosa, vos no te dás cuenta lo hermosa puta que sos, cada día estás mejor.
Y mis oídos, en ese momento tienen un orgasmo al escuchar todo aquello que susurra.
- Sos tan lindo, me volvés loca. Cómo me gusta cogerte, por dios.
- Chupámela un poquito más, dejame ver tu cara de putita cuando me la chupás.
Y ahí estoy otra vez, saboreándole la pija, mirándolo fijo, viendo cómo se desarma de placer. Juego con mis manos, lo acaricio, se relaja, está a mi merced y lo disfruta. Lo beso, lo succiono, dejo que mi lengua lo penetre, y un dedo también, se enloquece, no puede más.
- Dejame verte esa colita cuando acabo, mostrame tu cola bien parada, me pide, extasiado
Ya se acerca el final, me arrodillo, cómo a él tanto le gusta, con la cola bien parada, me penetra desde atrás.
- quiero ver esa concha desde atrás, despacito, muy despacio.
Y me coge despacio, entra y sale lentamente, nos miro en el espejo de la habitación, y sé que esa imagen quedará grabada en mi retina para siempre, es perfecta, me veo hermosa, me siento plena, satisfecha, feliz.
- dejame acabar en tu boquita, mostrame cómo te tomás toda mi leche.
Y lo hago, le beso esa pija hermosa que tanto me gusta y me tomo hasta la última gota.
Es el final. Ahora sólo restará caer exhaustos en la cama, alguna caricia y abrazo, recobrar la respiración, alguna charla corta, vestirnos y el beso de despedida. 

martes, 6 de noviembre de 2012

Ramiro

Y si algo le faltaba a mi vida, y a toda esta historia que entremezcla maridos y amantes era un ... tercero? Y llegó Ramiro.
Ramiro es un colega en mi profesión. Nos conocemos poco y nada, sin embargo, hoy le estoy dedicando un espacio en este blog.
La realidad es que desde hace un tiempo a esta parte, se ha convertido en la persona con quién más hablo durante todo el día. Ya sea por teléfono o textos, pasan las horas y no dejamos de estar pendientes el uno del otro en ningún momento. En nuestras charlas abundan los "donde estás", "que estás haciendo", "como te fue", "necesitas algo", y el envío de fotos de nuestros actos cotidianos de cada día se volvió incesante, asi, de pronto, puedo ver con mis propios ojos como a las 7 de la tarde juega con sus hijas, o bien, saber que desayuna al comenzar el día. De igual forma, él puede comprobar cómo nos divertimos con mi hija en un pelotero, o la cantidad de papeles que tengo para archivar en la oficina. Todo, cada detalle, queda retratado y es enviado a nuestros celulares, cómo una forma de hacer partícipe al otro de nuestra rutina diaria.
También me acostumbró a esperar un "buenos días princesa" vía mensaje de texto  todas las mañanas, al punto tal que he llegado a fastidiarme si un día no lo hace.
No puedo explicar con palabras que es esto que se está gestando. Ramiro es casado, por supuesto, con dos hijas maravillosas y una mujer que a juzgar por las fotos en su facebook, es simplemente hermosa, dulce y compañera. Asi que francamente, no se que está haciendo conmigo. Y no lo digo por considerarme menos hermosa que ella, sino porque a simple vista parecen una pareja perfecta.
Supongo que, y en mi afán de analizarlo todo infinidad de veces, Ramiro es uno más de los tantos esposos aburridos en su matrimonio, que busca afuera de casa la emoción y la adrenalina que su vida perdió hace tiempo. Porque sinceramente, me resulta sorprendente cómo puede estar tan pendiente de mi los 7 días de la semana, las 24 horas de cada día.
Y es aquí donde empiezan las odiosas comparaciones. Y es aquí donde me pregunto constantemente: por que a lo largo de todo este año no pude lograr que aunque sea la cuarta parte de toda esa atención hacia mi provenga de Juan? Por qué a Juan no le interesa saber de mis actividades cotidianas, por qué Juan no se enternece con una foto de mi hija enseñándome sus juegos, por qué Juan no está pendiente de mis estados de ánimo ni me llama para saber cómo fue mi día? Porque asi debe ser, supongo. Porque estoy completamente segura que de haber encontrado todo eso en Juan, no hubiera dudado un segundo en destruir mi matrimonio y correr a sus brazos para siempre, contra todos y sin importarme nada. Y bien sabemos que eso no puede pasar, que yo tengo una hija que proteger, cuya feliz infancia no debe verse alterada por mis deseos egoístas y sin fundamentos, y tengo un compromiso que cumplir, un "hasta que la muerte los separe" que respetar, y un marido que cuidar y querer hasta el último día de mi vida, porque, al fin de cuentas, asi lo elegí. Y no hay vuelta atrás, menos aún, cuándo él es tan bueno conmigo y tan excelente padre para nuestra niña.
Cómo sea, si de algo sirve la aparición de Ramiro en mi vida, es para darme cuenta finalmente de aquello que hace tanto tiempo veía y me costaba reconocer: mi significado en la vida de Juan. A ver si se entiende, en base a todo lo que Ramiro me brinda pude observar todo lo que Juan me mezquina, o bien no está dispuesto a hacer por mi, ya sea porque no le nace hacerlo, o simplemente porque no le interesa.
Para Juan soy la mujer que lo hace disfrutar como nadie en la cama durante dos horas cada veinte días, o a veces más. Soy, cómo él siempre dice, la amante perfecta. Y está bien, está perfectamente bien, si él a mi me genera exactamente lo mismo. Sucede que ahora quiero más, que ya no me alcanza, que ya me fastidia que últimamente mi único contacto con Juan sea para arreglar nuestro encuentro, vernos, pasarla bien, y luego si te he visto, no me acuerdo.
La verdad es que no se si sigo queriendo a Juan en mi vida, amo y necesito mis momentos con él, pero el vacío que estoy empezando a sentir cuándo nos despedimos, no se está llenando fácilmente. Tal vez la etapa de Juan a mi lado esté llegando a su fin, tal vez sólo se trató de tenerlo por un rato, hasta que yo lograra salir del pozo en el que me encontraba sumergida, y ahora que gracias a su reaparición en mi vida, pude hacerlo, debo soltarlo y seguir sola. No lo sé. Realmente no se que hacer. No voy a volver a explicar lo maravillosamente bien que la paso con Juan, ni el espectacular sexo que tenemos y cuánto nos disfrutamos. Pero si hoy siento que esto ya no es suficiente, no está mal que me replantee su continuidad, aún corriendo el riesgo de no volver a vivir momentos así nunca más en mi vida.
Por otro lado, Ramiro no me genera mucho, o mejor dicho, no me genera nada. Y la verdad que mi matrimonio con Mario está pasando un buen momento, asi que tampoco tengo ganas ni necesidad de volcarme nuevamente a los brazos de otro hombre.
Como sea, creo que estoy viviendo una etapa de gataflorismo a la enésima potencia, reforzada por un amante que me coge como los dioses pero que no me presta atención, un fulano que vive pendiente de mi, aunque no me haya tocado ni un pelo, y un marido que aparentemente recordó sus habilidades amatorias y de a poco y con paciencia, las está poniendo en práctica... En fin...

sábado, 20 de octubre de 2012

Que los cumplas feliz....

Y este blog cumplió un año...
Trescientos sesenta y cinco días pasaron desde aquella noche en que, llorando y sumida en una angustia que creía irreversible, decidí sincerarme conmigo misma y considerar lo que desde hacía varios meses me venía negando, ser infiel.
Doce meses transcurrieron desde aquél jueves 13 de octubre en que la puerta de mi estudio se abrió y apareció el hombre que volvería a hacerme sentir hermosa, deseada, única. El hombre que me recordaría que con mis 32 años, seguía siendo una mujer capaz de provocar orgasmos. Juan, volvió Juan. Esta vez para quedarse (al menos aún sigue aqui), esta vez para cobrarse todas y cada una de nuestras deudas pendientes.
Y empecé a transitar un camino desconocido, un camino que realmente jamás pensé que transitaría. Me volví plena y conscientemente infiel y no hay un día que no me agradezca a mi misma, haberme animado a hacerlo. Porque volví a nacer, volví a la vida. Y si alguien pretende juzgarme no me importa, yo SOY FELIZ. Ya no mendigo sexo, ya no lloro desconsoladamente ante la indiferencia de un marido adormecido, ahora tengo un hombre que me coge, y dios mio, lo bueno que es. Ahora tengo la vida sexual que siempre soñé, sin tabúes, ni complejos, libre, plena, intensa, espectacular.
Ahora puedo decirle a mi amante que sí, que me encantaría jugar con algún sex toy, sabiendo que inmediatamente va a salir a conseguirlo para mi. Que puedo comprarme la mejor lencería  sabiendo que alguien la va a disfrutar, que alguien va a excitarse al recordarme dentro de ella.
Voy por un camino sin retorno, al que no le falta nada, y le sobran ganas, deseos y pasión, en el que no existe la palabra pudor y en el que hasta hoy puedo asegurar, tampoco existe el NO como respuesta. Todo es válido entre los dos. Todo es hermoso, completamente hermoso.
Un año desde la primera vez que me desnudé en cuerpo y alma para él. Y aunque al principio todo fue confuso y el caos se hizo presente en mi vida, perfecta y totalmente organizada, donde sólo había lugar para ciertos estereotipos "serás esposa, madre, hija", de a poco, y muy lentamente, todo fue encausándose, y entendí que en la vida no todo es blanco o negro, que existen los matices, y que también están buenos, si uno sabe adaptarse a ellos y principalmente disfrutarlos.
Por eso hoy que me siento más hermosa que nunca, miro hacia atrás y siento una pena muy profunda al recordarme llorando e ignorada. Soy consciente que las cosas deberían haber sido distintas, que lo más lógico sería haber encontrado en Mario el motivo de esta felicidad, pero no fue asi, y sabe dios que lo intenté, y mucho. Asi que hoy ratifico una vez más mi desición, si fue o no la correcta dependerá de la visión de cada una de las personas que hoy esté leyendo esta historia. A mi vida le devolvió la alegría, y despertó a la mujer que hace tiempo yacía en mi, olvidada y completamente sola. Entonces que venga alguien ahora a decirme si ese no es un motivo más que suficiente. Lo es, por supuesto que lo es. Salud!


viernes, 19 de octubre de 2012

Pequeñas transformaciones

Y quiso el destino, que un día Mario encontrara este blog. Vale la aclaración, no lo buscó, sino que simplemente YO dejé todo a su vista. Mi cuenta de Twitter, con acceso directo a él, total y plenamente al alcance de sus ojos. Los motivos? miles. Un simple descuido, un error fatal, los deseos de mi subconciente (diría un psicologo), las consecuencias de mi estupidez. Cómo sea, Mario lo leyó. Todo, o casi. Mis detallados encuentros con Juan, nuestra historia, el ocaso de mi matrimonio, mis frustraciones, mis fantasías, mi soledad y nuestra pasión irrefrenable, todo salió a la luz. Recuerdo haberme quedado dormida aquella tarde y despertar sintiendo el peor de los escalofríos. Recuerdo correr a la pc y que la pantalla me devolviera la peor imagen. Mi blog, este instrumento que tanto me había servido para todas mis catarsis, para expresarme, para entenderme, para reencontrarme conmigo otra vez, había sido leído por la única persona que jamás debería haberlo hecho. Cómo seguir? Que pasaría? Ya estaría haciendo sus valijas? Cómo mirarlo a los ojos ahora?
Nada. Simplemente no pasó nada.
Creo que no me creyó capaz, que pensó que todo era producto de mi mente volátil, de una fantasía únicamente mia y sin sustento. No lo sé. Tampoco insistí en el tema. Si sé que él se mostró bastante molesto durante todo ese día, y que ante mi reiterada pregunta respecto a qué le estaba sucediendo (temiendo la peor respuesta), sólamente contestó que estaba cansado de sentir que entre Juan y yo "había quedado algo pendiente". Nada más. No hizo mención alguna al blog, ni a todo lo que pudo haber leído.
Por mi parte, le negué enfáticamente cada una de sus sospechas, y le aseguré que entre Juan y yo, no había ni habrá jamás nada pendiente.  Y se calmaron las aguas.

*****************************************************************************

Pasan las semanas y sigo preguntándome cómo es que Mario no se fue de casa. Tanto me ama cómo para soportar una infidelidad? Tan imbécil me considera como para pensar que todo lo que leyó es el resultado de mi imaginación perturbada?  O simplemente él también me es infiel, o bien no descarta serlo en un futuro no muy lejano?
La realidad es que nuestra relación no empeoró, por el contrario, nuestra vida sexual pasó de ser nula a escasa, lo que no es poco.
Por mi parte, tuve mis momentos de total arrepentimiento, la sola idea de imaginar a Mario destruído por mi culpa me destrozaba el corazón. Estuve un tiempo sin contactarme con Juan, con la firme convicción de terminar todo. Pero la verdad es que los días pasaban y Mario no estaba para nada destruído, por el contrario, me prestaba más atención. Por otra parte, mis ganas de ver a Juan se acrecentaban día a día, la necesidad de estar nuevamente en sus brazos se había tornado tan incesante que me convencí una vez más, que dejar de verlo no era la mejor opción.
Asi fue que decidí continuar con la relación clandestina, que tanta felicidad me genera, pero también borrar todo rastro de este blog. No su contenido, pero si su nombre. Y por supuesto, eliminar mi usuario en Twitter.
La mala esposa no murió, está mas viva y feliz que nunca, sólo que ahora soy simplemente yo, Pauli.
El blog de la mala esposa, modificó su identidad, pero no sus personajes, ni mucho menos sus historias. Decidí llamarlo "hasta que la vida los separe", en clara referencia a los dos señores que hoy están junto a mi : el hombre que me ama, por un lado y el que me hace feliz, por otro.  Mario, mi marido y Juan, mi hermoso amante.
 Y asi seguimos, asi estamos...

domingo, 24 de junio de 2012

Yo, la indiferente ...

Toda esta historia es tan predecible, que cada vez que trato a Juan con indiferencia, su actitud hacia mi cambia completamente, y disfruto haciéndole creer aunque sea por unos días que en cualquier momento me puedo cansar y elegir no verlo nunca más. Llegar incluso, a hacerle sentir, que a pesar de que en varias oportunidades le dije que se había vuelto un mal necesario en mi vida, el hecho de necesitarlo no significa que me sea imprescindible. Y así puedo seguir, en esta especie de venganza que me fabrico, por el simple hecho de querer "cobrarme" los días que, vaya uno a saber por que motivo, pasamos sin hablarnos.
La realidad es que todo esto de proponerme ignorarlo definitivamente no me sale. Aunque me esfuerce, mi indiferencia no completa ni siquiera una semana. Escucho todas y cada una de las explicaciones que me dá sin que yo se las pida, y a esta altura, sin que yo las necesite: que ahora que ya pasaron todos los cambios importantes en su vida que tenía previstos para este año, está mas tranquilo, y va a poder organizarse mejor para todo, dándome a entender, por supuesto, que soy parte de ese "todo". Sin embargo, me mantengo en mi postura indiferente, felicitándome a mi misma por la supuesta frialdad con la que me estoy manejando, tratando de permanecer inerte a sus constantes " quiero verte", " con vos siempre quiero todo y de todo, mucho y a su vez, siempre me voy con ganas de algo más".
Y de pronto, cuándo me creí completamente el papel de mujer gélida que estoy recreando, escucho un "no se si te lo dije o no, pero la última vez, fue mi primera vez "... y simplemente muero. Me desarmo en miles de pedacitos que debo juntar inmediatamente para poder preguntarle a qué se refiere, que por favor me explique que me quiere decir. Obviamente yo ya lo sé, sólo que nunca pensé que él iba a mencionarlo ni que lo íbamos a hablar tan detalladamente. Y habló, y mucho. De cómo se deja llevar, de que cuando estamos juntos siente que no tiene límites, de "eso" que le hice que tanto disfrutó y que jamás le habían hecho, de todo lo que le gusta y principalmente de todo lo que yo le gusto. Ya está. Punto final a la difícil tarea de ignorarlo. Para qué seguir? Si al fin y al cabo va a terminar haciendo conmigo lo que quiera, hoy, mañana, o pasado, que más dá.
Y nos despedimos, no sin antes pactar un nuevo encuentro para la próxima semana y sin que yo pueda evitar decirle " no creo que tengas una idea de todo lo que me gusta estar con vos", obteniendo de él su mejor respuesta: " si lo sé, es mutuo, siento exactamente lo mismo"...

domingo, 3 de junio de 2012

Ella

Había pasado más de un mes desde su último encuentro, se mantenían en contacto, todo el contacto que pueden tener dos amantes, casados, con hijos, con vidas totalmente separadas. Se deseaban, se buscaban, incluso, acordaron y cancelaron citas varias veces, por esos jodidos infortunios de siempre.
-Seguimos acumulando ganas - sostenía él, convencido. Sin embargo, en ella algo empezaba a verse, a sentirse distinto.
El deseo había disminuído en su mente y en su cuerpo. Se instaló en su interior un sentimiento de culpa, que nunca antes había experimentado. Empezó a dudar si valía la pena correr el riesgo de perderlo todo por instantes de pasión y lujuria. La gran dicotomía entre el deber y el ser finalmente se había apoderado de ella. Y mientras buscaba en el cajón de su ropa interior las medias y el portaligas que él le había pedido que use, imagenes de su matrimonio, del día de su casamiento, de la vida conyugal, inundaron su mente.
Aún asi esperó el llamado y corrió a su encuentro. La expectativa que le generaba que él la viera asi vestida, o mejor aún, asi desnuda, volvió a despertar el deseo adormecido y le recordó cuánto necesitaba su cuerpo.
Le bastó imaginarlo esperando su llegada para que su corazón vuelva a latir con desesperación. Le bastó verlo, para que su cuerpo se vuelva a estremecer.
Y se fundió en su abrazo, y en todos y cada uno de sus besos... En la mirada excitada de él, en  la profundidad de sus ojos negros. Ella sabe muy bien que a partir de ese momento su cuerpo ya no le corresponde, ahora son sólo él y sus dedos, sus manos, sus brazos, su lengua, su sexo, los únicos y verdaderos dueños de ella. Pero también sabe que por el tiempo que dure el encuentro, él le pertenece con exclusividad, sabe que se va a entregar en cuerpo y alma a todo lo que ella decida hacer con él, sin reparos, sin tapujos. Y la simbiosis es perfecta. Como dos piezas de un rompecabezas, encajan maravillosamente.  Sus cuerpos se reconocen, se gozan. Y es ahi donde ella se convence, una vez más, que aunque es muy probable que él aún no lo sepa ni lo vislumbre, su misión en este mundo es estar dentro de ella.
El tiempo, enemigo de los amantes furtivos, pareciera apurarse y transcurrir lo más rápidamente posible, celoso del momento que ellos se dedican, testigo de lo bien que se sienten y de todo el mal que pueden causar. La despedida llega, la culpa desapareció nuevamente en ella. Sólo le resta admitir que sí, que vale la pena correr el riesgo, que él la hace feliz, que este juego prohibido la apasiona tanto como ese hombre que hace instantes la hizo sentir única. Y lo admite, obvio. Y hace de la palabra NUNCA el leitmotiv de su llana realidad: que esto nunca se sepa, que esto nunca se termine.
De regreso a su vida cotidiana. A quitarse una vez más, el perfume que él dejó impregnado en su cuerpo y en su memoria. A dominar las imágenes de la desenfrenada tarde vivida, que inconcientemente se presentan en su mente sin avisar, sin advertir que ella ya no es la de esa tarde, es la otra mujer, la correcta, la que todos conocen, o creen conocer.
Sorpresivamente, el deseo sexual también se hace presente en mitad de la noche. Por primera vez en años, en muchos años, su marido la despierta con una erección. Esas cosas raras que tiene la vida, de no tener sexo en semanas, a hacerlo con los dos el mismo día - piensa asombrada de la situación y de la increíble insistencia del señor que duerme todas las noches con ella, y que justo ese día parece haberlo recordado.
Y todo se confunde, el desconcierto de sentirse atraída por su esposo, el recuerdo de su impúdica y espectacular tarde, la respiración agitada de ambos, sus gemidos, los besos apasionados que hacía tanto tiempo no se prodigaban. A quién le hacía el amor ahora? A su amante? o al hombre que había elegido serle fiel toda la vida? Quién le estaba provocando ese orgasmo? Y finalmente... A quién le susurró Mi Amor al oído cuándo todo acabó?. Sólo ella sabe cuánto le gustaría poder llamar así a su amante cuando, extasiada de placer, siente que podría morir a su lado. Sólo ella sabe el esfuerzo que tiene que hacer cada vez que se encuentran, cada vez que lo abraza, para que esa frase no escape de su boca. Sabe también, que existiría un antes y un después a ese momento, y no está dispuesta a vivirlo, ni tiene la valentía de enfrentarlo... al menos por ahora.